El viernes pasado, el Secretario General de la OEA, José Insulza, entregó al Presidente colombiano, Juan Manuel Santos el Informe sobre el Problema de las Drogas en las Américas. Este documento fue elaborado por un grupo de expertos, en cumplimiento de lo resuelto en la VI Cumbre de las Américas celebrada hace un año en Cartagena de Indias
Al hacer entrega del documento, Insulza dijo
que el informe no era "una conclusión, sino sólo el inicio de un debate
largamente esperado". Un tema que ya se encuentra en el Informe, donde
se expresa que su propósito es "asistir a las Jefas y Jefes de Estado y
de Gobierno de las Américas en la definición de un marco de referencia
para el tratamiento del problema, así como para futuras políticas y
acciones multilaterales". Por su parte, el Presidente colombiano
advirtió que debía quedar claro que "aquí nadie está defendiendo ninguna
postura, ni la legalización, ni la regulación, ni la guerra a cualquier
precio. Lo que tenemos que hacer es usar estudios serios y ponderados
como el que hoy nos presenta la OEA para buscar mejores soluciones". Y
agregó: "No tengo dudas de que todos compartimos un destino común, en lo
que a veces diferimos es en el cómo, y este informe nos va a ayudar a
ponernos de acuerdo, será la base para una discusión tan aplazada". Una
discusión que pronto se ampliará a otros foros.
El Informe será considerado en la próxima Asamblea de
la OEA, que tendrá lugar en Antigua, Guatemala, el mes que viene y será
un aporte para el examen que realizará la Comisión de Estupefacientes de
las Naciones Unidas, en marzo del año que viene, sobre los progresos
realizados en la aplicación de su estrategia para contrarrestar el
problema mundial de las drogas. La Asamblea General de la organización
mundial ha convocado a un período extraordinario de sesiones sobre el
problema mundial de las drogas, a comienzos de 2016.
El Informe, señala que existen ejemplos de buenas
prácticas que están disponibles para ser utilizadas en otros lugares; se
cuenta con un mejor conocimiento acerca de los factores que llevan al
consumo de drogas y de los factores de riesgo que explican por qué una
minoría de usuarios eventualmente desarrolla un consumo problemático; y
se ha comprobado cambios en los patrones de consumo. Lo más importante
es que se ha cristalizado una percepción más amplia de la violencia y
del sufrimiento relacionado con el problema de las drogas. Ello ha
creado dudas acerca de los costos económicos y sociales de las actuales
estrategias para controlar las drogas.
La primera conclusión del Informe es que "el problema
de las drogas es un tema hemisférico". Es una redacción cuidadosa. El
término "hemisférico" incluye a los Estados Unidos.
Es indiscutible que, como señala el documento, el
impacto del narcotráfico "en la economía, las relaciones sociales, la
seguridad y la gobernabilidad democrática es mayor en los países de
cultivo, producción y tránsito situados en América del Sur, América
Central, México y en el Caribe". Y agrega: "En los países de
Norteamérica, que son los principales lugares de destino final (no la
marihuana que es 50% y 50%) de las sustancias traficadas, esas
manifestaciones del problema son mucho menores". Aunque existan
problemas compartidos entre el Norte y el Sur (por ejemplo, el lavado de
activos), la peor parte de la guerra contra la droga la soporta este
último, incluyendo a México, Colombia y los demás países
latinoamericanos.
Quizás, la principal conclusión del Informe sea que
"es necesario enfrentar el consumo de drogas con un enfoque de salud
pública", como "una enfermedad crónica y recurrente, que requiere un
enfoque integrado". El estudio reconoce que el "cambio fundamental en
esta materia va desde considerar al usuario como una víctima, un adicto
crónico y no como un delincuente o cómplice del narcotráfico" y
concluye: "la despenalización del consumo de drogas debe ser considerada
en la base de cualquier estrategia de salud pública".
En Cartagena, el Presidente Obama advirtió que no
estaba de acuerdo con la despenalización pero dijo que ofrece una
perspectiva nueva y abre el camino para una discusión que debería
envolver a todas las sociedades en nuestro hemisferio. Y que sería
deseable culmine en consensos que permitan una acción coordinada y
eficaz a nivel regional y nacional.
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