martes, 1 de mayo de 2012

Las computadoras, teléfonos inteligentes y tabletas son cada vez más frecuentes entre los médicos estadounidenses.

 El equilibrio entre mirar la pantalla y al paciente requiere de entrenamiento.
El estudiante de medicina Gregory Shumer analiza el historial de salud de su paciente en la pantalla de una laptop y la acerca al hombre anciano sentado en la plancha de examinación. “Ahí lo ve”, dijo señalando a la pantalla. El peso, el azúcar en la sangre y el colesterol estaban demasiado elevados.
Aunque el paciente no confesó que estaba demasiado miope para ver las cifras, reconoció que descuidó su salud tras el fallecimiento de su esposa. Shumer apartó la vista de la computadora para tener una conversación amable, exactamente el objetivo del nuevo programa de capacitación de la Universidad Georgetown, de Estados Unidos.
Mientras el país avanza hacia una medicina sin papeles, los médicos están lidiando con un raro desafío: ¿Cómo usar computadoras, teléfonos inteligentes o tabletas en el consultorio sin perder el contacto humano con los pacientes? ¿Son los dispositivos electrónicos una ayuda o una distracción?
“Esa es la tensión que tengo todos los días”, afirma Vincent WinklerPrins, doctor en Georgetown. La facultad de medicina está desarrollando un programas para capacitar a los nuevos médicos en este acto de equilibrio y utiliza a actores como pacientes para señalar los escollos.
Un iPad por médico
En la Universidad Georgetown, los estudiantes de medicina llevarán un iPad repleto de instrucciones: “Mira a los ojos del paciente, excúsate para revisar la pantalla y úsala solo cuando la necesites, señalan las directrices de Stanford. Y, por supuesto, nada de usar internet para cuestiones personales frente a un paciente”.
“El potencial de estos aparatos para mejorar el cuidado clínico es tremendo”, dice el doctor Clarence Braddock, de Stanford. El médico utiliza una aplicación segura en su iPad para obtener las tablas de pacientes en caso de que lo llamen a cualquier hora, sin importar dónde esté.
Braddock ayudó a desarrollar los estándares de Stanford entendiendo que hay diferentes obstáculos. Los médicos de mediana edad tal vez estén menos cómodos con la tecnología y tome más tiempo con ellos. Pero los jóvenes que crecieron mandando mensajes de texto mientras hacían otras tareas, tal vez no se den cuenta de lo intrusivo que los pacientes pueden considerar los aparatos.
Pero no es sólo un tema de modales. Si los médicos pasan demasiado tiempo tecleando o mirando una pantalla, uno se preguntará si habrá un síntoma que pasó por alto.
“Si la pantalla está lejos del paciente, ellos no saben si estás viendo su historial electrónico de salud, jugando solitario o buscando inversiones”, señala el doctor Glen Stream de la Academia Estadounidense de Médicos Familiares. Como viejo usuario de los registros computarizados, se asegura de mostrar a sus pacientes lo que está haciendo, en especial cuando las imágenes en la pantalla pueden ayudarles a entender mejor su estado de salud.
Los historiales electrónicos de salud, o HES, son considerados el futuro en el cuidado de la salud por una buena razón: pueden ayudar a evitar errores médicos. Por ejemplo, los sistemas pueden alertar si los médicos están a punto de recetar un medicamento que interactúe mal con otro que el paciente ya tome.
Y mientras estas tablas computarizadas se vuelven más sofisticadas, también tienen el potencial de alentar un cuidado más eficiente: no será necesario sacarse nuevos rayos equis porque olvidó traer su última resonancia, ya que el médico será capaz de verla digitalmente.
Una tercera parte de los médicos en Estados Unidos utilizan los HES, casi el doble comparado con 2008, según un reporte de este mes del diario Health Affairs.
Actores enfermos
Un grupo de actores se reunió hace poco en Georgetown para desempeñar el papel de un anciano diabético que buscaba atenderse por primera vez tras la muerte de su esposa.
WinklerPrins veía todo desde un monitor externo mientras los estudiantes realizaban una visita médica de 15 minutos. Utilizaron historiales electrónicos mientras daban a cada actor-paciente resultados de exámenes, les dictaban un tratamiento y enviaban una receta electrónica a la farmacia.
Después, los “pacientes” ofrecían valiosa retroalimentación. Una se molestó porque su futuro médico se distrajo haciendo la receta electrónica y siguió haciéndole la misma pregunta en lugar de pedirle un minuto. Los estudiantes reconocen el valor de los historiales electrónicos, pero también lo sencillo que puede ser distraerse con los tecleos y movimientos en pantalla.
“Cuando tengo la máquina, puedo ser menos personal, pero mis notas son más meticulosas”, dijo Shumer a su profesor. “Es más fácil tener una relación cuando la computadora no está”. Por suerte, los sistemas se volverán menos estorbosos, dijo WinklerPrins. “Mientras, no perdamos el enfoque en el paciente”.


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