No es la primera vez que se relaciona la testosterona con el desarrollo cerebral. En 1985 varios trabajos de los neurólogos Norman Geschind y Albert Galaburda publicados en Archives of Neurology ya apuntaron en la dirección de que la hormona masculina, en niveles superiores a los habituales, retrasaba el desarrollo del cerebro.
Unos años más tarde, en 1996, otro trabajo abordó la relación entre la hormona sexual y el habla de forma mucho más directa. Se sometieron a estudio niños con hiperplasia suprarrenal congénita, una enfermedad genética en la que, entre otros síntomas, los afectados producen más testosterona que los niños sanos. Los responsables de la investigación (dirigida por Elena Plante, de la Universidad de Arizona) observaron no solo que entre estos niños eran más frecuentes los trastornos en el lenguaje, sino que también existía una mayor asimetría entre los hemisferios cerebrales, lo que apoyaba la idea de que la testosterona también afecta al desarrollo del cerebro.
Fuente: ElPais.com
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