domingo, 26 de junio de 2011

El ejercicio como terapia

Consumer Eroski (por MONTSE ARBOIX)
sábado, 11 de junio de 2011
Los programas de entrenamiento reglado y monitorizado
son claves en la lucha contra algunas patologías Los
beneficios que reporta cualquier actividad física son
conocidos. Practicar deporte de manera periódica ayuda a
prevenir un sinfín de enfermedades y es puntal en el
tratamiento de otras, como la diabetes o la obesidad. Un
nuevo programa puesto en marcha en el Hospital Infantil
Universitario Niño Jesús, con la colaboración de la
Universidad Europea de Madrid, demuestra que en niños
afectados de parálisis cerebral, cáncer o anorexia, entre otras
enfermedades, el ejercicio físico ayuda al pronóstico y a
sobrellevar mejor las terapias, además de mejorar su calidad
de vida.
Expertos del servicio de fisioterapia y rehabilitación del
Hospital Infantil Universitario Niño Jesús, de Madrid, junto
con la Universidad Europea de Madrid (UEM), han
desarrollado un programa de ejercicio físico para optimizar la
capacidad funcional, aumentar la percepción del propio
cuerpo y mejorar el estado de ánimo de los pacientes
ingresados en este centro. Ya en 2004 empezaron a aplicarlo
como una herramienta terapéutica en pacientes de oncología.
Más tarde, trasladaron el programa a los pacientes que, por
recibir un trasplante de médula ósea, deben permanecer
aislados (como medida de control de infecciones), precisanestar encamados y registran ingresos hospitalarios muy
largos. Realizar ejercicio físico en la misma habitación les
permitía afrontar mejor las terapias, sentir menos fatiga y
realizar más actividades de la vida diaria. Los investigadores
han confirmado que les ayuda a superar el componente
depresivo habitual por su situación crítica.
Entrenamiento de fuerza
Otros programas en marcha en el mismo centro hospitalario
buscan estudiar los efectos de un entrenamiento reglado y
monitorizado, en oposición a las directrices aconsejadas hasta
este momento: una rehabilitación suave. Los estudios
preliminares sobre niños afectados de fibrosis quística, que
por norma general tienen una condición física deficiente,
empiezan a dar resultados. El interés que suscita la actividad
física como parte de la terapia queda plasmado en una
investigación que acaba de obtener el III Premio Nacional de
Investigación en Medicina del Deporte otorgado por la
Universidad de Oviedo.
El ejercicio físico, también en la diabetes, es uno
de los pilares en los que se fundamenta el
tratamiento, junto con la dieta y la medicación
Desde el servicio de Traumatología del Hospital Infantil
Universitario Niño Jesús y el Laboratorio de Fisiología del
Ejercicio de la UEM, en colaboración con el Laboratorio de
Análisis delMovimiento, se ha estudiado el uso de
plataformas vibratorias en niños con parálisis cerebral, con la
conclusión de que ayuda a demorar el deterioro funcional.
Uno de los objetivos del programa es retrasar la evolución de
la enfermedad cuando el afectado precisa silla de ruedas.
Deporte para la anorexia
Participar en programas de entrenamiento que incluyan
ejercicio físico regular y supervisado puede ser uno de los
pilares del tratamiento en afectados por anorexia nerviosa.
Esta práctica refuerza la imagen, reduce el estrés emocional
y las afectadas -a menudo mujeres- aceptan mejor los
programas de realimentación, un aspecto que favorece el
pronóstico y evolución del trastorno. Así concluye otro
trabajo conjunto entre la Universidad Politécnica de Madrid,
la Universidad Europea (UEM) y el Hospital Infantil
Universitario Niño Jesús.
Para el estudio se contó con 22 pacientes (de 13 a 15 años)en régimen ambulatorio. El entrenamiento monitorizado,
siempre adaptado a la terapia psicológica y al estado de la
paciente, fue de intensidad baja-moderada y en las sesiones
se trabajaban los grandes grupos musculares. El objetivo era
recuperar la masa corporal, la fuerza, la resistencia y corregir
la atrofia por inactividad. Aunque parece que se origina una
mejora en la densidad ósea y en la capacidad
cardiorrespiratoria, los expertos creen que todavía carecen de
datos concluyentes y que son necesarios más estudios.
El ejercicio en el tratamiento de la
diabetes
El entrenamiento físico, también en la diabetes, es uno de los
pilares en los que se fundamenta el tratamiento, junto con la
dieta y la medicación. La actividad física reduce los niveles
de glucosa en sangre al aumentar su utilización por el
músculo, mejora la eficiencia de la insulina, disminuye las
necesidades de insulina diaria o las dosis de fármacos
antidiabéticos orales, contribuye a mantener un peso
adecuado (evita la obesidad) y disminuye los niveles de
lípidos en sangre (colesterol y triglicéridos), además de
mejorar la calidad de vida (contiene la ansiedad, depresión y
el estrés) y evitar el desarrollo de complicaciones
cardiovasculares de la enfermedad.
No obstante, su práctica debe estar orientada de manera
individual según las características y peculiaridades de cada
persona y el tipo de diabetes que sufra. De lo contrario,
puede comportar problemas. El más frecuente y temido es la
hipoglucemia, que se desarrolla mientras se realiza la
actividad física o unas horas después de haber terminado.
A pesar de que no está contraindicado realizar deportes de
riesgo (que no comporten excesivo esfuerzo o posibles
lesiones en los pies), siempre hay que empezar de forma
gradual y nunca perder de vista los niveles de glucemia. Sin
embargo, el ejercicio moderado y diario es el más
recomendable, algo muy fácil de conseguir si se andan 60
minutos o se dan paseos en bicicleta. No llevar un buen
control de la enfermedad, no saber recononocer los signos de
peligro (hipoglucemia) o cuando la diabetes ya ha empezado
a provocar algunas complicaciones crónicas, sean
microvasculares (retinopatía, nefropatía, neuropatía) o
macrovasculares (alteraciones coronarias, arteriopatía
periférica, enfermedad cerebrovascular o estenosis de arteriaEn definitiva, la práctica de actividad, además de reforzar el
sistema inmunológico, el cardiovascular, el respiratorio, el
musculoesquelético o la función renal, entre otros,
proporciona bienestar emocional. No solo es imprescindible
en la prevención de enfermedades, sino que parece ser
también una herramienta fundamental en la terapia de
muchas patologías.
EJERCICIO PARA EL
COLESTEROL ALTO
La hiperlipidemia es el nivel elevado de grasas en la sangre.
Estas grasas, llamadas lípidos, son el colesterol y los
triglicéridos. Cuando se registran niveles altos de ambos, se
denomina trastorno lipídico. A pesar de que el tratamiento
depende de la edad, los antecedentes médicos o tóxicos
(hábito tabáquico), cualquier persona puede tomar algunas
medidas para mejorar los niveles en sangre y disminuir el
riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular.
Una dieta cardiosaludable (más frutas y verduras ricas en
fibra), evitar las grasas saturadas (estén en alimentos de
procedencia animal) y las grasas trans (en algunas
margarinas, patatas fritas, aperitivos fritos industriales,
pastelería y bollería industrial), someterse a revisiones
médicas y controles de los niveles de lípidos, mantener un
peso adecuado, dejar de fumar y, además, realizar ejercicio
físico con regularidad son las recomendaciones de los
expertos que, en definitiva, están relacionadas con hábitos de
vida modificables.
Esta afirmación se apoya en multitud de investigaciones que
han demostrado que un entrenamiento periódico influye en
los niveles de lípidos en sangre. Los expertos invitan a
realizar una consulta médica previa para valorar la práctica
deportiva más adecuada, más si se sufre obesidad o
sobrepeso. El ejercicio más recomendable es el aeróbico,
como caminar, la carrera suave, el ciclismo o la natación,
entre otros, siempre de tres a cinco veces a la semana.
renal, entre otras) contraindica el ejercicio físico.





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