jueves, 10 de noviembre de 2011

Los comienzos de la Hidatidología Internacional

La hidatidosis como enfermedad que afecta al ser humano, era conocida desde los tiempos de Hipócrates, en el siglo V aC, quien describió la presencia de vesículas llenas de líquido claro que a menudo se rompían en el interior del organismo y podían provocar la muerte.

En Europa las primeras investigaciones vinculadas a su ocurrencia en la población fueron realizadas a fines del siglo XIX en Islandia y Dinamarca, adoptándose progresivamente medidas de salud pública que fueron de creciente eficacia. [1]

En nuestra región del Cono Sur, la enfermedad hidática fue tempranamente descrita por los principales médicos y cirujanos, que enfrentaron en sus clínicas, un número creciente de casos, tratados con éxito diverso.

En la República Argentina, después de los primeros casos de hidatidosis humana operados por Montes de Oca en 1867[2],[3][4] y al precitado informe de la hidatidosis bovina en el Río de la Plata de Jules Crevaux presentado ante la Sociedad Biológica de Ciencias de París en 1875, el Poder Ejecutivo de la República Argentina dictó un decreto en diciembre de 1906 en el que evidencia su preocupación por la hidatidosis humana y animal, creando una comisión integrada por representantes de los organismos responsables de la salud humana y animal y por el presidente de la Sociedad Rural Argentina, tendiente a proyectar las medidas y redactar las instrucciones para conseguir disminuir los casos de quistes hidáticos en la población de la República.[5] También en la República Argentina, D. Cranwell y M. Herrera Vegas en 1901 informaron de 970 casos de hidatidosis en hospitales de la Capital Federal, destacando la importancia de la enfermedad y su proyección en el país.[6]

Ya a fines del siglo XIX, se publicaban en Argentina las experiencias de Alejandro Posadas (1870-1902). Él realiza procedimientos en 1895 para el tratamiento quirúrgico de la hidatidosis pulmonar, tema en el que continuó trabajando y operando hasta poco antes de su muerte, con diversas publicaciones en los años siguientes.

Uruguay tiene registrada su primera operación exitosa de QH de hígado en 1894, realizada por Juan Francisco Canessa.[7] En 1896 se publica un caso de QH de la mama. [8] Las dos primeras operaciones de QH de cerebro en 1901, realizadas por Luis Mondino, en dos niños diagnosticados por Luis Morquio, con resultado fatal, publicadas ambas en la Revista Médica del Uruguay en 1901 y 1902. [9] En 1901 aparece la primera tesis de doctorado de Ricardo Mackinnon, sobre Contribución al estudio de los QH en el Uruguay, en original manuscrito que se conserva en la Facultad de Medicina de Montevideo.[10] En la Revista Médica del Uruguay de 1903, se publicaba un caso de QH doble del hígado en un niño, de Luis Morquio, y un QH del pulmón, un caso de Alfonso Lamas.[11] En 1908 en la misma revista aparecía un artículo de P. Duprat sobre Quistes hidáticos en el Uruguay.[12] En 1913, Domingo Prat publica: Quistes hidáticos en el Uruguay, Carlos Brito Foresti y José Bonaba: Quistes hidáticos del corazón; Enrique Pouey: Quistes hidáticos del abdomen e hígado; Luis Morquio y Prudencio de Pena: Quistes hidáticos observados en la Clínica de niños (Hospital Pereira Rossell); y Enrique Llovet: Quistes hidáticos. Sobre diagnóstico y tratamiento. [13] En 1916 en la misma publicación aparecen artículos sobre: QH del riñón, de Alejandro Nogueira; QH del cerebro, operación, curación, Lorenzo Mérola; QH del pulmón, Alfonso Lamas; QH de la pared uterina, Augusto Turenne; QH pelvianos, de Juan Pou y Orfila; El QH en Tacuarembó, Luis Castagneto; QH cerebral operado, fenómenos tardíos de compresión, por Prudencio de Pena.[14] En 1919 se publica una revisión sobre QH en el Uruguay (1913-1917), de Víctor Zerbino; otro artículo sobre QH pulmonar curado espontáneamente, del mismo autor; uno sobre QH del hígado roto espontáneamente (siembra peritoneal), Rodríguez Gómez. [15] En 1920 Lorenzo Mérola publicaba en Anales de la Universidad, un caso de QH de lóbulo frontal de cerebro (operación y curación).[16]

 

Velarde Pérez-Fontana (1897-1975) [17] fue sin duda quien mayor impulso dio a la investigación, proyección internacional y actividades de educación a la población, en el siglo XX. Este anatomista, cirujano, profesor de patología quirúrgica, de Clínica Quirúrgica Infantil, historiador de la Medicina y prolífico escritor, que dedicó 38 años de su vida a estudiar la obra de Andreas Vesalius (1514-1564)[18],[19] considerado el fundador de la Anatomía Moderna, y también a la vida del ilustre español Miguel Servet (1511-1553),[20],[21] condenado a la hoguera por Calvino, fundó en la ciudad de Colonia, el 21 de setiembre de 1941, la Asociación Internacional de Hidatidología, de la que con los años sería su Presidente Vitalicio. Esta institución, fundada en su departamento natal (había nacido en Nueva Palmira, departamento de Colonia, el 9 de mayo de 1897), sería reconocida por las Naciones Unidas, mantendría relación permanente con la Organización Mundial de la Salud y conservaría una Secretaría General del Consejo Permanente en la República Argentina. En 1934 es designado Director del Centro de Estudios y Profilaxis de la Hidatidosis, y ese mismo año funda los “Archivos Internacionales de la Hidatidosis”. Publicaría numerosos trabajos sobre esta patología, además de muchos otros sobre diversos temas quirúrgicos e históricos, que le dieron justa fama. De su labor educativa, destacamos el libro “Cachito y Rigoleto”, realizado en colaboración con el periodista Antonio Soto “Boy”, que narraba la historia de un niño y su perro, procurando despertar en la niñez uruguaya pautas educativas y de prevención en la relación entre el hombre y sus animales domésticos, particularmente a través de las lamidas del perro a su amo o niño que lo tiene como mascota y que lo interpreta y recibe como gesto de cariño, pero es principal trasmisor de los huevos de la tenia Echinococcus granulosus,  que al infestar al humano desarrolla el QH, con lo que se produce el “suicidio” del parásito, porque se interrumpe su ciclo vital natural, pero puede matar al huésped, si no es detectado y operado a tiempo. Ese libro se diseminó desde 1940 en todas las escuelas públicas primarias del País, habiendo caído posteriormente en el olvido, tanto de los maestros, como de las autoridades de la salud y de la educación, a pesar de que muchos de sus protagonistas actuales fueron destacados infectólogos y parasitólogos.

En 1938 Víctor Armand Ugón (1900-1972) [22] publica su libro El Tórax Quirúrgico, que sería el primero en lengua española de su género, dedicándole un capítulo entero, de 60 páginas, al abordaje del tema del QH de pulmón. [23] En el curso de las décadas siguientes, Armand Ugón sería el autor de la técnica denominada del “parto de la hidátide” para extraer entero el QH, con la ayuda del anestesiólogo, sin necesidad de abrir la membrana hialina, eliminar por solución salina hiperconcentrada los escólices vivos allí encerrados, y todas las complicaciones de eventual siembra pleural que podría acarrear la riesgosa maniobra anterior. En el desarrollo de dicha técnica, contribuyó de manera especial la anestesióloga María Julia Salsamendi.

Ese mismo año de 1938, se realiza en la Facultad de Ciencias Médicas de Buenos Aires, organizada en ocasión del X Congreso Argentino de Cirugía, bajo la dirección del Dr. Oscar Ivanissevich, una exposición anátomo-radiológica, a cargo de profesores de la Facultad de Medicina de Montevideo, que fue confeccionada por los Dres. Juan Cunha (1885-1938), destacado radiólogo y por Héctor A. Ardao (1907-1979) destacado patólogo y cirujano, en una delegación que incluyó a los profesores Abel Chifflet, Juan Carlos del Campo y Pedro Larghero, los tres profesores de Cirugía más importantes de la época. [24]

Juan Cunha fallece súbitamente en Buenos Aires, y la Facultad de Medicina de Montevideo organiza en su honor la misma Exposición en su Aula Magna,[25] bajo el título “Facultad de Medicina. Homenaje al Profesor Agregado Dr. Juan Cunha. Exposición Anátomo Patológica y Radiológica de Quistes Hidáticos Pulmonares. Institutos de Radiología y de Anatomía Patológica”.

UNA MIRADA DIFERENTE

Velarde Pérez Fontana había comenzado desde 1934, la organización de un Instituto Nacional de Hidatidosis, bajo los auspicios del Ministerio de Salud Pública, enfocando el tema con una visión no solamente quirúrgica y terapéutica, sino buscando una orientación educativa para esta vieja y grave enfermedad, que afectaba sobre todo a nuestra gente de campo y trabajadores más jóvenes.

En medio de la Segunda Guerra Mundial, y en un tiempo en que las comunicaciones eran fundamentalmente por correo, o mediante contactos personales con desplazamiento fluvial y por tierra, se hicieron esfuerzos para mantener un nivel de intercambio científico y médico social, integrando además no sólo al ámbito médico. También participaron de este esfuerzo los Médicos Veterinarios de ambas márgenes del Río de la Plata. Y participaron Maestros, porque se vio que era principal la educación en la prevención de la enfermedad, que debía comenzar en los primeros años escolares.

Luego de múltiples etapas, llegan a concretar el 21 de setiembre de 1941 en Colonia del Sacramento, la primera reunión internacional, que en aquella ocasión reunió a médicos, veterinarios y maestros.

En el Libro Diario de la Escuela No. 2 de Colonia del Sacramento, del martes 23 de setiembre de 1941, se dejó la siguiente inscripción:

“El día domingo 21 visitó esta Escuela una delegación de médicos argentinos y brasileños acompañados de sus colegas uruguayos. Así mismo venían varios maestros argentinos quienes disertaron ante las clases de 3º., 4º., 5º y 6º años de las Escuelas Nos. 1 y 2 acerca de los perjuicios que causa el quiste hidático en el hombre, la manera cómo se desarrolla tan terrible enfermedad, su modo de trasmitirse y el desarrollo avanzado que tiene en nuestra campaña. Así mismo se habló sobre las medidas higiénicas más importantes a tomarse. La maestra Srta. María Esther Llera ofreció a los maestros de Colonia por intermedio de la Dirección de esta Escuela un precioso álbum remitido por los maestros de Olavarría (R. Argentina)…”

CONSTITUCIÓN DE LA ASOCIACIÓN

INTERNACIONAL DE HIDATIDOLOGÍA

Noticias aparecidas en la prensa de la época[26] dan cuenta de la constitución de la Asociación Internacional de Hidatología, en la ciudad de Colonia del Sacramento (Uruguay) en la fecha. Veamos la crónica:

“Con la participación de delegados médicos, veterinarios y maestros, argentinos, brasileños y uruguayos se realizaron anteayer en Colonia diversos actos con el fundamental propósito de coordinar una acción conjunta para dar la mayor efectividad a la lucha en los tres países contra la hidatidosis.

 

Al medio día arribó en el vapor de la carrera una calificada delegación argentina la que fue esperada en el puerto de médicos y veterinarios de la capital, delegados brasileños, médicos y veterinarios de Colonia, doctores Bertón, Bassahún, Pereyra Granotich, Castañeda y Riet, autoridades locales y numeroso público.

 

La delegación argentina estuvo representada por los doctores:

 

Profesor Daniel J. Cranwell, profesor José M. Jorge, Carlos Mainini, General Dr. José Morales Bustamante, Niceto S. Lóizaga, Arturo A. Tigier, Luis E. Paghere, Leopoldo Feldmann, Claudio A. Terradas, R. Gandolfo Herrera, Carlos Zernícola, Benjamín Rivas Díaz, Carlos de Nicola, Tomás Schiapappietra, Juan C. Landaburu, Reynaldo J. Laborelli, Manuel Otero, Juan A. Miranda, Alfredo Ferro, Pedro A. Prat, Ernesto Ferro, Armando Napolitano, Alfredo Chimento, Ramón Labenda, Amaro N. Ceriani, A. Bacigaluppo, J. Serres, Alfonso Robledo, Nicolás Gelormini, Enrique Martínez, José Llauró, O. Rosembuch, Juan N. Murtagh.

 

El Inspector de Escuelas de Azul Sr. Silvio R. Grimaldi, las educacionistas Stas. María Esther Lleras y Leticia Salas y Stas. Amelia Méndez, Dora Méndez, Hortensia Salazar, M. Gilda Pitorino, Alita y Elena Gualtruzzi, del Servicio Social del Centro de Profilaxis de la Hidatidosis de Necochea.

 

La delegación uruguaya por los doctores Velarde Pérez Fontana, presidente; L. Muñoz Ximénez, secretario y los doctores Mariano Carballo Pou, Juan Antonio Collazo, Arturo Deboni, Ángel Gaminara, Héctor Badano, Guillermo Lockhart, Carlos A. Ibarlucea, Ergasto H. Cordero, N. González Olaza, Varela Calzada, Raúl T. Scaltritti, Rodolfo Deera, Antonio de Boni, Elio García Austt, Juan Carlos Castiglioni Alonso.

La delegación brasileña por el Director del Instituto Osvaldo Cruz, Dr. César Pinto y el Dr. Mariano da Rocha.”

Nos cuenta la misma crónica otros detalles sociales y educativos de la reunión internacional:

“Dado lo avanzado de la hora los integrantes de las delegaciones, acompañados de los organizadores y autoridades locales, se trasladaron a la Barraca del Puerto donde les fue ofrecido un almuerzo a la criolla.

 

Al finalizar hicieron uso de la palabra, el delegado uruguayo doctor Muñoz Ximénez dando la bienvenida a los distinguidos visitantes y destacando los propósitos de esfuerzo común para combatir el quiste hidático; el argentino doctor Jorge y el brasileño doctor César Pinto, agradeciendo y dejando constancia de la identificación de conceptos con el doctor Muñoz Ximénez.”

 

“Luego de un breve paseo por la ciudad se realizó un acto en la escuela de niñas, donde las educacionistas argentinas señoritas María Esther Llera, de Olavarría y Leticia Salas, de Azul, dictaron dos interesantes clases a las escolares, relativas a la propagación, peligro y profilaxis del quiste hidático.

 

La señorita de Llera, fue portadora de un hermoso álbum con fotografías de Olavarría, gentil obsequio de los maestros de aquella ciudad a los de Colonia.

 

En la portada el álbum tiene inscripta la siguiente emotiva dedicatoria:

 

“Que las aguas del Plata repitan por siempre el eco del fraternal abrazo con que los maestros de Olavarría estrechan a sus colegas de la ciudad de Colonia y que Dios, testigo de esta sinceridad, lo haga imperecedero”.

Seguidamente, el periódico informa dónde tuvo lugar la Asamblea constitutiva de la Asociación Internacional de Hidatidología.

“En los salones de la Junta Departamental se llevó a efecto la asamblea para convenir los medios de cooperación en la lucha contra la hidatidosis.

 

Abrió el acto el Director del Centro de Estudios y Profilaxis de la Hidatidosis del Uruguay y organizador de la asamblea doctor Velarde Pérez Fontana, expresando que lo que él previera como una simple reunión, en realidad podía calificarse como el primer congreso internacional de hidatidología…”

 

 

REPERCUSIONES Y RECUERDOS

Esta reunión fundacional, realizada en el marco acogedor de esta histórica Ciudad de Colonia del Sacramento, cambiaría el curso de la enfermedad hidática en las décadas siguientes. Poco a poco, y en todo el mundo.

Superando las dificultades de la Guerra Mundial, en medio de las cuales se mantuvieron no obstante comunicaciones entre los diversos países, se fueron tendiendo puentes hacia otros países con la misma situación. Uniendo en un solo haz a un conjunto de varillas que estaban sueltas y que aisladamente poco podían hacer para combatirla.

Así se llegó, siempre bajo la advocación e inspiración del francés Félix Dévé (1872-1951) quien había visitado nuestro Continente en 1932, tomando contacto e inspirando a los médicos más esclarecidos de diversos países, y a pesar de los efectos devastadores de la Guerra, que él mismo sufrió, la expansión de la Asociación Internacional de Hidatidología (AIH). Decía Dévé: que las personas adquirían en los primeros años de vida la infestación, ya que la hidatidosis es “la enfermedad de las manos y las rodillas en el suelo, los pantalones cortos y de los juegos con perros”.  De allí la importancia que vieron los reunidos en Colonia de desarrollar acciones en diversas direcciones: las específicamente médico-terapéuticas, las dirigidas a evitar la infestación de los animales de campo y de los animales domésticos, fundamentalmente el perro, y las actividades educativas para desarrollar la profilaxis desde la Escuela Primaria.

La AIH expandiría su acción, en los años siguientes, mediante contactos, viajes y correspondencia, así como el Intercambio de publicaciones, básicamente los Archivos Internacionales de Hidatidología, a impulsos de Velarde Pérez Fontana, y gracias al apoyo del Ministerio de Salud Pública del Uruguay.  Recogiendo las experiencias de los diversos países, acercando a las personas ocupadas y preocupadas con esta temática, y cotejando estudios estadísticos y epidemiológicos, que habrían de cambiar las coordenadas para luchar eficazmente contra esta enfermedad.

Esta acción tesonera y empecinada de un puñado de médicos y veterinarios, logró que en el Primer Congreso Internacional de Hidatidología, reunido en Argel, en 1951, se reunieran por vez primera, profesionales de América, África y Europa, para intercambiar ideas y experiencias, culminando con un reconocimiento al Maestro Félix Dévé, que no pudo acudir a esa cita, por razones de salud.

En esa reunión aparecieron a contar su experiencia los médicos de Islandia, el primer país insular que erradicaba la enfermedad. De Grecia, que durante siglos desconoció que la tenía, ya que entre Hipócrates y el comienzo del siglo XX, no apareció más en su literatura. De Argelia, donde bajo la colonización de Francia se había desarrollado la ganadería extensiva y la hidatidosis era un problema sanitario de primera magnitud. De España, donde se habían realizado importantes avances. Siguiendo, en todo caso, la hipótesis más probable, que indicaba que la enfermedad, trasmitida al ser humano por los parásitos intestinales del perro, había recorrido la ruta de la caza de la ballena, y la trayectoria de los barcos balleneros, que llevando perros a bordo, iban dejando sus huevos de Echinococcus granulosus  por donde aparecían esparcidos, fuera en las costas cantábricas o en las patagónicas, restos óseos de ballenas.

Con el paso del tiempo, la AIH fue cada vez más enriquecida por el aporte de nuevos países miembros, que fueron descubriendo que en ninguna parte del planeta dejaba de estar presente la Hidatidosis. Fueron descubriéndose sus diferentes formas, y las manifestaciones clínicas y epidemiológicas de la misma. Hasta que a partir de 1985 se incorporó la República Popular China, que hoy alberga la población más numerosa del planeta, y se conoció que en la India y otros territorios también estaba presente, de manera importante esta enfermedad.

Esta historia es narrada, con lujo de detalles, por uno de sus protagonistas vivos más importante, el Profesor de Cirugía español, Don Miguel Pérez Gallardo, que realiza un detallado y rico informe, surgido de su memoria y de su larga trayectoria. Esa historia forma parte de este mismo volumen. Aprovechamos para homenajearle a él, por su trayectoria y enormes aportes a la lucha contra esta enfermedad, a escala planetaria, y también a otras figuras señeras que nos acompañan en este mundo, como la Académica Dinorah Castiglioni Tula, la primera cirujana uruguaya, que presidió largos años el Comité Internacional de la AIH, al Prof. Em. Roberto Rubio que realizó memorables intervenciones de QH de corazón y al Dr. Federico Latourrete, que también contribuyó con su esfuerzo y su acción a esta tarea. Sin dejar de recordar a los Profesores Héctor Ardao, Pedro Larghero, Domingo Prat, Pablo Purriel, Barsabás Ríos, Luis A. Surraco, Enrique Poeuy,  Eduardo Calleri, a Jorge Dighiero Urioste y toda su escuela cardiológica, a Román Arana Iñiguez y toda su escuela Neuroquirúrgica  y Roberto Perdomo que encabezó los modernos estudios ecográficos de poblaciones rurales dispersas para conocer la prevalencia e incidencia de la enfermedad hidática, entre muchos médicos y cirujanos que hicieron de esta lucha una de las razones fundamentales de su vida, y que ya pasaron a la Eternidad. Y muchos más que de manera destacada o anónima contribuyeron con su accionar a esta dura lucha, a través del siglo XX y XXI.

Pero debemos rendir también tributo a todos los hombres y mujeres que contribuyeron con su sabiduría, su tiempo y su trabajo incansable, a luchar contra esta enfermedad, para reducirla a lo que es hoy. Que no se ha erradicado, pero ha logrado abatirse grandemente, gracias a la prédica y la acción de la AIH, a quienes la han dirigido y orientado en los diversos países de la región y el mundo.

La tarea educativa, tan enfáticamente planteada en los inicios de la AIH sigue siendo la herramienta fundamental.

Es importante el impacto que ha tenido para muchas generaciones, contar con libros como “Cachito y Rigoleto”, de Velarde Pérez Fontana y colaboradores (entre ellos Antonio Soto “Boy”), una publicación que la propia Organización Panamericana de la Salud tomó como suya distribuyéndola por decenas de miles (editó hace más de treinta años 500.000 ejemplares), cuyo prólogo ya hemos transcrito más arriba. Reproducía, en versión muy mejorada, aquella primera de los panfletos distribuidos en Islandia en el siglo XIX.

La educación de los productores rurales, para que dejaran de alimentar sus perros con las vísceras crudas de los animales parasitados, fue mucho menos eficaz. De hecho, en la mayoría de los países latinos esta conducta no ha tenido penetración suficiente, aunque sí lo ha hecho entre los anglosajones (Islandia, Australia, Nueva Zelanda). Y ahí está una de las claves del problema, uno de los grandes desafíos a superar.

El control de la enfermedad que realiza en nuestro país la Comisión Nacional de Zoonosis,  realizando la dosificación de los perros y la educación de sus propietarios, a través de legislación apropiada, desde el año 1965.

CAMBIOS LEGISLATIVOS Y

CAMBIOS EN EL MODELO DE GESTIÓN

Una primera preocupación legislativa sobre el problema, fue que en 1939 se promulga la Ley 9.852, que legitima al Centro de Estudio y Profilaxis, encargándole la coordinación de actividades de diversos organismos y entidades científicas para lograr una mayor efectividad en la lucha anti-hidática. Dicha Comisión Honoraria estuvo integrada  por dos delegados de cada uno de los Ministerios de Salud Pública y Ganadería y Agricultura, uno por la Facultad de Medicina, uno por la Facultad de Veterinaria y un delegado de los ganaderos, continuando a su frente como Presidente el Dr. Velarde Pérez Fontana.

Esta Ley establecía:

·         Denuncia obligatoria de los casos de Hidatidosis humana y animal.

·         Prohibición de alimentar los perros con achuras.

·         Vigilancia de los mataderos.

·         Limitación del número de perros.

·         Obligación de los Maestros Rurales de, por lo menos, una vez al mes explicar a los alumnos sobre la prevención y los riesgos de la enfermedad.

Las actividades de este Centro fueron intensas y sus campañas se proyectaron al mundo entero. Fue por obra suya que aparecieron los “Archivos Internacionales de Hidatidología” que recibía trabajos de hidatólogos de todo el mundo desde 1935 y que, a partir de 1948, con la creación de la Asociación Internacional de Hidatidología, fundada en Colonia del Sacramento (Uruguay) el 21 de setiembre de 1941, pasaron a ser la publicación oficial de sus Congresos Internacionales.

Pero a pesar de todos estos ingentes esfuerzos, el número de pacientes operados de quiste hidático no disminuyó.

Los hallazgos quirúrgicos más frecuentes fueron en el hombre, su localización en hígado, pulmones, riñones, bazo,  sistema nervioso central, corazón y huesos. Pudieron encontrarse también QH en otras localizaciones, aunque más raramente.

En el 1er. Congreso Internacional de Hidatidología, realizado en la ciudad de Durazno, Uruguay, en 1947, el Maestro de la Cirugía uruguaya, Dr. Domingo Prat (1882-1973)[27], decía: “El Centro de Educación y Prevención de la Hidatidosis a pesar de su actividad no ha podido tener resultados destacables ni dignos de mención.”

En materia de legislación, ya citamos que en  1939 se promulga la Ley 9.852, que legitima al Centro de Estudio y Profilaxis.

La labor de este Centro se desarrolló fundamentalmente en aspectos científicos, promoviendo a nivel regional e internacional, el contacto y acercamiento con otros institutos similares, intercambiando y publicando información científica, y fundando en 1941 la Asociación Internacional de Hidatidología, que llevaría la inquietud a las más diversas latitudes.

En el plano nacional, centró sus esfuerzos principales en la tarea educativa, cumpliendo aquella disposición que la ley preveía, de trasmitir a los niños, desde los primeros años escolares, la importancia de la prevención basada en las buenas prácticas de higiene, fundadas en un adecuado conocimiento  de los maestros y los escolares. Utilizaba así precozmente, una metodología que luego se aplicaría a la prevención de otras enfermedades, particularmente las derivadas del hábito tabáquico, que cobraron importancia a partir del tercer milenio, a impulsos de la OPS/OMS.

El libro escolar “Cachito y Rigoleto”, editado por el Ministerio de Salud Pública, como actividad del Centro de Estudio y Profilaxis de la Hidatidosis, realizado en colaboración entre Velarde Pérez Fontana y Antonio Soto (Boy), que tuvo múltiples ediciones nacionales e internacionales, como fue mencionado, estuvo presente en todas las escuelas y bibliotecas escolares del país. En su prólogo Velarde Pérez Fontana decía:

“Las proporciones alarmantes que el quiste hidático ha tomado en los países del Río de la Plata, Argentina, Estado de Río Grande del Sur y nuestro país, es una consecuencia del desarrollo de la ganadería. La enfermedad diezma nuestras poblaciones rurales en forma sórdida y continuada, restando a la sociedad preciosas vidas humanas en plena capacidad productiva.

Las pérdidas materiales originadas por esta enfermedad, que ataca lo mismo al hombre que a la ganadería, son cuantiosas. Por los perjuicios sociales y económicos que ella ocasiona, constituye una verdadera calamidad nacional.

La hidatidosis es la más evitable de todas las enfermedades. Para defenderse de ella sólo basta tener nociones fundamentales sobre la historia natural del parásito y su ciclo evolutivo.

La autoridad sanitaria en los países del Río de la Plata ha entablado la lucha contra esta plaga en forma cada vez más sostenida. En nuestro país fue sancionada una ley de profilaxis de la Hidatidosis (Agosto 2 de 1939). De acuerdo con el Art. 9º de esa ley,  “el personal docente de las escuelas públicas rurales dará a los alumnos nociones breves explicativas de los peligros que asume la “enfermedad hidática” y los medios que se utilizan para combatirla. Con este fin, el Centro de Estudio y Profilaxis de la Hidatidosis distribuirá folletos y murales ilustrativos para esas escuelas”.

La publicación de  CACHITO Y RIGOLETO responde al mandato de la ley, que fue, por otra parte, una vieja aspiración de la benemérita Sociedad de Medicina de Montevideo. La colaboración de Antonio Soto (Boy) ha sido imprescindible. Pocos como él tienen la virtud de expresarse con tanta naturalidad y tan al alcance de los niños.  Su pluma transforma las ideas generales de la ciencia en amenos coloquios infantiles. Por otra parte, el aporte literario de Boy ha tenido en este caso un precioso complemento en las ilustraciones anecdóticas del fino dibujante Luis Macaya, cuya sutileza espiritual ha sabido interpretar la psicología  de la narración con verdadera ternura. En cuanto a los dibujos anatómicos de Mario Radaelli, que ilustran la lección sobre el quiste hidático, los entendidos apreciarán las excelencias de su exactitud.

Este libro está dedicado a los niños de nuestra campaña y a los maestros rurales. Cabe al maestro rural, principalmente, un papel importante de vastas y fecundas proyecciones de futuro en la lucha contra la hidatidosis.  Inculcar al niño desde la escuela nociones elementales de higiene, señalar los peligros de la vida rural con demostraciones prácticas y ejemplos de personas conocidas del lugar, como Cachito, atacadas por grave mal – es obra edificante. Más tarde el pequeño escolar se transformará en patrón, peón o capataz rural y afrontará las realidades de la vida con ideas precisas y firmemente adquiridas.”  [28]

 

* * *

En diciembre de 1965 se aprueba la Ley 13.459, por la que se crea la Comisión Honoraria de Lucha contra la Hidatidosis, donde se declara a la afección plaga nacional y la lucha obligatoria en todo el territorio nacional; se integra con varios ministerios, diversas instituciones y la participación de sectores sociales,  de productores y laborales. Establece la obligatoriedad del pago de la Patente de Perro y se facilita la revisión y control sanitario de los canes y de los lugares destinados a la faena pública y domicilIaria.

Por esa época, su primer Presidente, el Maestro de la Medicina uruguaya Dr. Pablo Purriel y sus colaboradores, publican los primeros resultados de estudios epidemiológicos en todo el país, que incluyen índices de infestación en animales: 60% en bovinos; 95% en ovinos y 40% en perros.

Se realiza un estudio retrospectivo de los pacientes operados de QH, visitando los Centros Quirúrgicos de todo el país en el trienio 1962-1964 con un promedio de 535 enfermos por año y una morbilidad de 6,7%.

Es entonces que se resuelve implementar planes piloto departamentales para estudiar su eficacia y las correcciones correspondientes, porque las medidas educativas habían fallado, también la prédica a favor del cambio de prácticas y hábitos culturales, y el problema persistía. La convicción era que sólo un plan sanitario nacional sería exitoso.

Se inicia por el Departamento de Flores, en 1970, elegido por la buena predisposición de sus autoridades locales y por ser el Departamento de mayor morbilidad humana, con 105/100.000 y una alta tasa de infestación ovina, bovina y canina. Se controlarían por primera vez la faena domiciliaria y, simultáneamente,  la faena en los mataderos. En sólo tres años se logró disminuir la infestación canina por tenia equinococo de 34% a 10%. Flores fue también el campo de prueba experimental para evaluar la eficacia tenicida del Praziquantel en 1976, que a la dosis utilizada resultó ser un 100% efectiva en los perros, matando todas las tenias pero sin destruir los huevos.

Progresivamente se fue ampliando el plan a otros departamentos, siguiendo por Artigas, el  más al norte del territorio nacional; luego todos los del Norte del Río Negro. Estos planes ambiciosos fueron detenidos porque se le retiraron los recursos a la Comisión Honoraria y a las Comisiones Departamentales, en plena Dictadura militar (1973-1985).  Pero quedó claro, al evaluar resultados, que era la conducta humana la causante de la persistencia de la enfermedad, y no la acción de la droga.

Éste era y continua siendo el problema clave. 

Una nueva etapa se abre cuando en 1990 se promulga la Ley 16.106 que es reglamentada en marzo de 1991, que reformó la Comisión Nacional Honoraria de Lucha contra la Hidatidosis, cuyo principal recurso lo constituye la patente de perro. La Comisión pasaría a tener nuevo impulso bajo la presidencia del ex Ministro de Salud y destacado Cirujano Prof. Dr. Raúl Ugarte Artola.

Sin embargo, la dosificación de perros que se hacía simultáneamente con el pago de la patente, mediante la administración de la droga, no fue eficaz, por cuanto los productores pagaban y compraban el fármaco, pero luego, algunos de ellos, no lo administraban, con lo cual la solución burocrática, hacía que el esfuerzo fuera parcialmente improductivo.

Este programa, que se desarrolló hasta el retiro del Dr. Raúl Ugarte, tuvo mucho éxito, hasta alcanzar una fase de consolidación del programa, mejorando muchos indicadores y acciones educativas, integrando actividades con los organismos especializados, un importante presupuesto y personal profesional asignado. Así al realizar el segundo diagnóstico de situación en el  año 1997 y el tercero en 1999, pudieron demostrar que el porcentaje de perros parasitados en el país descendió de 10.7% en 1991 al 0.74% en 1997 y a 0,47% en 1999. En 14 departamentos (de los 19 que tiene el Uruguay) el porcentaje de perros parasitados fue 0 y en los cuatro restantes, exceptuando la capital, fue menor a 1,14%. Se afirmó entonces que los campos estaban libres de huevos de tenia y el hombre y los animales tenían cada vez menores posibilidades de enfermar de quiste hidático.

El porcentaje de infestación de ovinos que en 1991 era del 44%, descendió al 9.8% en el año 2000 y en bovinos descendió de 64% en 1990 a 15.99% en 2000.

El registro de intervenciones quirúrgicas en  humanos[29], en todos los centros de cirugía del país, tanto públicos como privados, según Ugarte, reveló que la base histórica de datos era de 552 operados por año, encontrada por Purriel entre los años 1962 y 1971. En el año 1993 se operaron 367 personas, lo que significa un descenso importante entre 1972 y 1993. Como consecuencia de la tarea desarrollada hasta ese momento hubo 185 pacientes operados menos, lo cual representa una disminución del 33% en 20 años. Para el año 2000 los operados fueron 197, lo que según el mismo autor marca un descenso del 46.2% en 7 años y lo más importante, no se operó ningún niño menor de 5 años, que son los significativos para el sector de infestaciones nuevas.

Al referir la variación de mortalidad, de 50 fallecidos por año entre 1962 y 1971, sólo se registró una muerte por QH en el año 2000, en todo el país; lo cual representa una mortalidad menor al 0,5%.

Pero todos estos éxitos parciales, resultaron, a la  luz de los análisis posteriores, ser mucho menores que lo que se había publicitado, ya que como con el fenómeno del “iceberg”, había una gran parte de la realidad que no se había considerado adecuadamente en estos informes tan bien intencionados como optimistas. Esa es en definitiva, la única realidad que muestra la continua evolución del conocimiento, que día a día y año a año, supera con hechos y constataciones nuevas, lo que se había alcanzado con anterioridad. Así es la ciencia, cuando no se deja llevar por la vanidad humana y la fantasía que todos los humanos tenemos de creer que hemos tocado el cielo con la mano. 

El 12 de diciembre de 2007 el Poder Ejecutivo aprobó el Decreto 491/007, que modificó la estructura, gestión e integración de la Comisión Honoraria de Hidatidosis, para transformarla en Comisión Honoraria de Zoonosis. De acuerdo a lo dispuesto en los artículos 308 a 311 de la Ley No. 17.930 de 19 de diciembre de 2005.  En la norma referida se dispone que la Comisión Nacional Honoraria de la Lucha contra la Hidatidosis creada por la Ley N° 13.459, de 9 de diciembre de 1965, con las modificaciones introducidas por la Ley N° 16.106, de 24 de enero de 1990, pasará a denominarse "COMISIÓN NACIONAL HONORARIA DE ZOONOSIS".

La misma funcionaría bajo la forma jurídica de organismo desconcentrado dependiente del Ministerio de Salud Pública.

La referida ley facultó al Poder Ejecutivo para modificar su estructura organizativa, comprendiendo un nuevo modelo de gestión, integración y gerenciamiento. Aquí debemos destacar la acción incansable y eficaz, con hondo sentido científico y humano, del actual presidente de dicha Comisión Honoraria, el Dr. Ciro Ferreira Márquez, que le dio nuevo impulso y adoptó nuevas estrategias, retomando el vínculo internacional que fue el sello primordial, desde su origen que le imprimió Velarde Pérez Fontana y sus compañeros.

Dicha facultad comprende la de implementar las modificaciones, adecuaciones y definiciones de los cometidos previstos para las Comisiones Regionales, Departamentales y Locales que funcionan en la órbita de la Comisión Nacional.

En los meses siguientes se implementaron nuevas políticas que, recogiendo la experiencia anterior, ampliaron la efectividad en cuanto al control de la hidatidosis se refiere, a otras modalidades de acción. Se continuó aplicando la dosificación de perros, no sólo para eliminar la tenia Echinococcus, sino para desparasitarlos de otros vermes; se procedió a realizar la esterilización de perros domésticos en todo el país, a través de puestos móviles atendidos por cirujanos veterinarios y se continuó llevando a cabo actividades educativas. Si bien es escaso el tiempo transcurrido desde su implementación, resultan ya evidentes algunos índices de modificación del panorama, sobre todo visualizando el futuro. Aunque todavía se esterilizan sólo perros de género femenino, es indudable que esta medida actuará de manera benéfica y eficaz en la reproducción a largo plazo de la especie parasitada con mayor frecuencia en el país para el verme infestante generador del ciclo.

UNA VISIÓN HACIA EL FUTURO

Gracias a aquellos impulsos iniciales, y la prosecución de esa magna obra por otros hombres y mujeres que supieron continuar el camino iniciado por los Fundadores, empleando cada vez de mejor forma los recursos que la ciencia y la tecnología nos brinda, hoy tenemos un panorama mundial diferente.

Se ha reconocido la existencia de la enfermedad hidática, en sus múltiples formas de manifestación, en los más diversos países. Se han identificado nuevos huéspedes intermediarios domésticos y salvajes, en las diferentes latitudes. Se han identificado nuevas formas de tratamiento para las distintas variedades de la enfermedad, que adopta máscaras y formas nuevas en países que antes ni siquiera conocían que tenían esa enfermedad entre sus miles de millones de habitantes. Se avanza en la prevención, no sólo a través de la educación, de los niños y de los productores, sino mediante de la inmunología, buscando la erradicación del parásito en sus diversas formas, con el empleo de la intervención genética y la vacunación de perros y animales de rodeo.

La meta de la ansiada erradicación de la enfermedad, puede estar cada vez más cercana, si los países son solidarios y eficaces en el esfuerzo, y si las Organizaciones de Salud Internacionales, toman como una prioridad esta Enfermedad olvidada, entre sus objetivos.

Esta afección que tiene tan alto costo social, en vidas humanas, en años de trabajo potencialmente perdidos, en enormes repercusiones económicas que son un lastre para los países afectados, debe ser mirada permanentemente, a través de Políticas de Estado, que comprometan a toda la sociedad. Nadie puede marginarse de esta lucha que reviste  gran repercusión social, económica y política.

Es una excelente demostración de lo que se ha avanzado por la cooperación internacional, desde la fundación hace 70 años, en la ciudad de Colonia del Sacramento, Patrimonio Histórico de la Humanidad, declarada por la UNESCO, en el control, aunque todavía no la erradicación, de esta enfermedad.

Es una magnífica ocasión para poner de manifiesto lo que desde 1946 estampó en su Estatuto la Confederación Médica Panamericana, y ahora persiste entre los objetivos de la Confederación Médica Latinoamericana y del Caribe (CONFEMEL), que le ha continuado: “Propender a la integración médica latinoamericana, según el principio de que la Medicina no reconoce fronteras y la profesión médica es una fraternidad universal.”

Debemos seguir dando lucha sin cuartel a la Hidatidosis, como a las demás enfermedades olvidadas, que nos siguen acosando con su tributo de pérdida de vidas humanas, de incapacidad y de daño económico. Combatiendo a esos tres malos compañeros del hombre: la ignorancia, la mentira y la ambición. Si persistimos en esa línea, seguramente habremos honrado a los fundadores. Y en algunos años más, podremos contemplar, con renovado júbilo, la erradicación de esta enfermedad, que desde la más remota antigüedad afecta al hombre y los animales.



[1] TURNES, Antonio L.: La Hidatidosis como problema de Salud Pública. XXIII Congreso Mundial de Hidatidología, Colonia del Sacramento (Uruguay), diciembre 2009.

[3] NAESSENS, Juana Silvina Soledad; RODRÍGUEEZ NÚÑEZ, Verónica Elizabet; CANDIA FIGUEREDO, María Etelvina y BONASTRE, Patricia Clara: Hidatidosis Pulmonar: Revista de Posgrado de la VIa. Cátedra de Medicina, Nro. 152, diciembre 2005, pp.: 16-18, en: http://www.med.unne.edu.ar/revista/revista152/5_152.htm 

[4] MONTES DE OCA, Juan José (1806-1876), destacado cirujano argentino formado en París, Presidente de la Facultad de Medicina de Buenos Aires.

[5] ANTECEDENTES DE LA HIDATIDOSIS EN LA REPÚBLICA ARGENTINA: En Boletín de Hidatidosis:  IIa. Época, año 9, No. 26, setiembre-diciembre de 1979, pp. 1.

[6] GORODNER, J: Hidatidosis. En Gorodner JO, Gorodner AM, de Enfermedades Infecciosas, 2ª. Edición. Rosario, Argentina: Editorial Corpus, 2004: 102-111.

[7] WILSON, Eduardo: La neurocirugía en el Uruguay antes de 1904. Rev Med Uruguay 1992; 8: 161-173.

 

[8] MAÑÉ GARZÓN, Fernando y BURGUES ROCA, Sandra: Publicaciones médicas uruguayas de los siglos XVIII y XIX, Universidad de la República, Oficina del Libro de AEM, 1996, 254 páginas. pp. 101.

[9] WILSON, Eduardo: La neurocirugía en el Uruguay antes de 1904. Rev Med Uruguay 1992; 8: 161-173.

[10] MAÑÉ GARZÓN, Fernando y BURGUES ROCA, Sandra: Publicaciones médicas uruguayas de los siglos XVIII y XIX, Universidad de la República, Oficina del Libro de AEM, 1996, 254 páginas. pp. 162.

[11] MAÑÉ GARZÓN, Fernando y BURGUES ROCA, Sandra: Publicaciones médicas uruguayas de los siglos XVIII y XIX, Universidad de la República, Oficina del Libro de AEM, 1996, 254 páginas. pp. 117.

 

[12] MAÑÉ GARZÓN, Fernando y BURGUES ROCA, Sandra: Publicaciones médicas uruguayas de los siglos XVIII y XIX, Universidad de la República, Oficina del Libro de AEM, 1996, 254 páginas. pp. 121.

[13] MAÑÉ GARZÓN, Fernando y BURGUES ROCA, Sandra: Publicaciones médicas uruguayas de los siglos XVIII y XIX, Universidad de la República, Oficina del Libro de AEM, 1996, 254 páginas. pp. 124.

[14] MAÑÉ GARZÓN, Fernando y BURGUES ROCA, Sandra: Publicaciones médicas uruguayas de los siglos XVIII y XIX, Universidad de la República, Oficina del Libro de AEM, 1996, 254 páginas. pp. 127.

[15] MAÑÉ GARZÓN, Fernando y BURGUES ROCA, Sandra: Publicaciones médicas uruguayas de los siglos XVIII y XIX, Universidad de la República, Oficina del Libro de AEM, 1996, 254 páginas. pp. 132.

[16] MAÑÉ GARZÓN, Fernando y BURGUES ROCA, Sandra: Publicaciones médicas uruguayas de los siglos XVIII y XIX, Universidad de la República, Oficina del Libro de AEM, 1996, 254 páginas. pp. 94.

[17] RODRÍGUEZ PEREYRA, Ricardo: Velarde Pérez Fontana (1897-1975), en Médicos Uruguayos Ejemplares, Tomo II, 1990, pp-363-370. http://www.smu.org.uy/publicaciones/libros/ejemplares_ii/art_52_perezfontana.pdf

 

[18] Andreas Vesalius (1514-1564) (nacido en Bruselas el 31 de diciembre de 1514 de una larga estirpe de médicos, falleció en Zante en 1564). Nació la noche de Año Nuevo de 1514 en Bruselas. Su familia, de origen alemán, contaba eminentes médicos entre sus antepasados. Después de algunos años de estudio en Lovaina, continuó Vesalio sus estudios de Medicina en la universidad de Montpellier, y después, durante los años 1533-1536, en París. Durante cierto tiempo, en el período de sus estudios, actuó como cirujano en el ejército del Emperador [Carlos V], ocupación que aceptó con la esperanza de poder disponer de cadáveres humanos, esperanza que se cumplió de modo satisfactorio después de la entrada del ejército imperial en Italia. Vivió sus últimos años como médico de cabecera de Felipe II, en Madrid.

[19] PÉREZ FONTANA, Velarde: Andreas Vesalius Bruxellensis y su época. Publicaciones de la Biblioteca de Salud Pública, con prólogo del Dr. Aparicio Méndez, Montevideo, Imprenta Nacional, 1963, 511 páginas. Pérez Fontana, anatomista destacado, cirujano audaz e historiador de la Medicina en Uruguay, ha dedicado esta obra al célebre Vesalio.

[20] Miguel Servet (1511-1553), un español aragonés de espíritu inquieto, publicó en el año 1553 un tratado con el título Restitutio Christianismi,  pues creía haber llegado a la conclusión de que en la doctrina de la Trinidad existía un error, con cuya eliminación, según él creía, se podría restablecer el Cristianismo en toda la belleza de su originalidad. Para profundizar más en la ciencia, había estudiado Servet, aparte de la Teología, la Anatomía.

[21] FAHRAEUS, Robin: Historia de la Medicina. Editorial Gustavo Gili S.A., Barcelona, 1955, 724 páginas. pp. 399-402.

[23] http://www.smu.org.uy/publicaciones/libros/historicos/tq/ ARMAND UGÓN, Víctor: El Tórax Quirúrgico. Editorial Científica del Sindicato Médico del Uruguay, Montevideo, 1938, 420 páginas.

[24] TURNES, Antonio L.: Héctor A. Ardao: Maestro de la Cirugía Plástica Reparadora en el Uruguay, Montevideo, octubre 2011.

[25] WILSON, Eduardo y WOZNIAK, Angélica: Historia de la Cátedra de Radiología. Primera Parte. Revista de Imagenología  (Uruguay) 2ª. Época. Vol. XIII, No. 2, mayo 2010, p.13.

[26] La Colonia:  Colonia, Uruguay, 24 de setiembre de 1941.

[28] PÉREZ FONTANA, Velarde y SOTO, Antonio: CACHITO Y RIGOLETO, Libro Escolar. Impresora Uruguaya SA, Montevideo, 1946, 96 páginas; pp. 7-9. [Cortesía del Dr. Andrés Giacoia].

[29] HIDATIDOSIS EN EL URUGUAY: Prevalencia Quirúrgica Nacional 1993. Publicación del MSP, Comisión Nacional Honoraria de Lucha contra la Hidatidosis. Montevideo, Uruguay, 1994, Imprenta Tradinco, 76 páginas. [Cortesía del Dr. Andrés Giacoia].

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