sábado, 26 de noviembre de 2011

Los videojuegos cambian el cerebro

Un estudio publicado en «Translational Psychiatry» revela que los adolescentes que pasan mucho tiempo practicando esta afición tienen más materia gris y una actividad diferente en áreas del cerebro ligadas a la recompensa. Los expertos sugieren el trabajo contribuye a la comprensión de posibles adicciones conductuales Los amantes de los videojuegos tienen más materia gris en el cerebro que aquellos a los que las «maquinitas» no son su fuerte. Así lo revela un estudio publicado en la revista «Translational Psychiatry». Según los responsables del trabajo, los adolescentes que pasan mucho tiempo practicando esta afición tienen estructuras y niveles de actividad diferentes en zonas cerebrales ligadas a la recompensa, lo que sugiere que obtienen más del juego que quienes suelen no involucrarse en él.
En concreto los invesitgadores evaluaron imágenes por resonancia magnética (IRM) de más de 150 jóvenes de 14 años que jugaban videojuegos de forma moderada y en exceso, y se dieron cuenta de que los «más puestos» en la materia tenían un mayor volumen de materia gris en una parte clave de sus cerebros.

Estudios previos
Trabajos anteriores ya habían demostrado que existe una relación entre el denominado estriado ventral del cerebro y la dopamina (una estructura del sistema de recompensa) en este tipo de jugadores. Sin embargo, ésta es la primera investigación que observa la estructura y el volumen cerebral. Simone Kuehn, de la Universidad Ghent de Bélgica, y el investigador alemán Juergen Gallinat, responsables del trabajo, manifestaron que los resultados del análisis no hacen sino demostrar que «el estriado ventral juega un papel importante en el uso excesivo de videojuegos y contribuye a nuestra comprensión de la adicción conductual».
Y es que el uso de este tipo de entretenimiento se ha vuelto muy popular en los últimos años, sobre todo entre los adolescentes. El uso semanal promedio en este experimento era de alrededor de 12 horas.
Lo que no pudieron confirmar es si esa diferencia estructural del cerebro se debía a un cambio producido por el juego frecuente o si hay unas diferencias individuales en el sistema que predisponen de forma natural a algunas personas a jugar de forma excesiva.

Fuente: LaRazon.es


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